Un ERP es un sistema de gestión que permite controlar todos los procesos de trabajo en una empresa de una forma conjunta. Podemos conocer o no el significado de estas siglas pero la realidad es que estos programas informáticos existen desde hace mucho tiempo.
Pero a pesar de la existencia de estos sistemas, una alta cantidad de organizaciones, bien por desconocimiento bien por temor a su implantación, aún sigue llevando sus registros sobre hojas de cálculo o programas específicos e independientes para la facturación, la contabilidad o la relación con sus clientes.
Este tipo de práctica no es mala, pero si se quieren trasladar los números a la toma de decisiones, obtener la conclusión acertada se complica.
La propia automatización de procesos o la necesidad de acceder a la información interdepartamental han impulsado el auge de los ERP porque la transformación digital es ya un requerimiento y su coste es rápidamente amortizable por los beneficios que proporciona.
Con la implantación de un ERP no sólo introduciremos una herramienta tecnológica, sino que podremos evaluar la interacción entre las diferentes áreas de nuestra empresa y crear formas de organización que mejoren la comunicación entre departamentos.
La introducción de un ERP nos proporcionará una reducción tanto en costes de mantenimiento TI como en tiempos de gestión de tareas. Constituirá un cambio significativo que afectará a todas y cada una de las áreas de nuestra empresa proporcionando mayor control, mejor comunicación, datos más fiables y reducción de cargas de trabajo.
No se trata tanto de elegir una marca....
En ocasiones, las empresas son conscientes de cuales son sus limitaciones pero no saben cuales son las ventajas que un ERP adecuado les puede ofrecer. Muchas entidades buscan las tecnologías basándose en la apariencia más moderna, en el último lanzamiento o la solución más conocida del mercado.
Pero el tipo de tecnología que se adquiera no tiene tanta importancia como la forma en la que se realice su asimilación. El proyecto de implantación de un ERP debe ser visto como una transformación empresarial, en la que participen los directivos, usuarios finales y la empresa tecnológica, más que como la elección de una mera herramienta.
En la actualidad no se trata tanto de elegir una marca, sino más bien de seleccionar al socio tecnológico adecuado y comprometerse con el cambio. Una buena asesoría con un socio local con demostrada credibilidad y la implantación de un software de calidad acorde con nuestras necesidades son la combinación perfecta para lograr nuestros objetivos:
- Aumentar la capacidad operativa.
- Mejorar la trazabilidad y la comunicación
- Reducir costes y aumentar la competitividad
- Obtener datos fiables.
Los ERP clásicos o iniciales estaban concebidos en base a un concepto transaccional (compras, ventas, contabilidad). Su elección podía resultar relativamente sencilla. Sin embargo, hoy en día, los ERP han evolucionado mucho, son más operativos y están mejor equipados para servir a la empresa en su conjunto.
El software en realidad no hace magia, aunque a veces lo parezca ( ¡¡ bendita tecnología !! ) Una buena implantación requiere tener definidos unos objetivos claros que iremos ajustando con la ayuda de nuestro proveedor. Lo demás se lo dejamos al programa.
Optar por un ERP significa vivir con él una media de 15 años. Es recomendable entonces escoger una solución que sea actualizable, escalable y que tenga la capacidad de integrarse sin problemas con otras aplicaciones. Para ello es necesario definir el alcance funcional de la nueva herramienta así como los requisitos básicos que tendrá que cumplir el programa de gestión.